● En el Día Mundial de la Seguridad y Salud en el Trabajo, la ONG AGTR alerta sobre la precariedad laboral que enfrentan miles de trabajadoras del hogar en el Perú.
● Esta labor implica riesgos tanto físicos como emocionales y según el Proyecto ANITA, el 36% de las trabajadoras del hogar presenta síntomas de depresión.
Lima, 21 abril de 2025. – ¿Quién cuida a las que cuidan? Esa es la gran pregunta. En Perú, solo el 5% de trabajadoras del hogar accede a un seguro social financiado por sus empleadores, a pesar de que su labor —esencial para el funcionamiento de miles de hogares— implica riesgos físicos y emocionales.
En el marco del Día Mundial de la Seguridad y Salud en el Trabajo que se celebra el 28 de abril, la ONG Asociación Grupo de Trabajo Redes (AGTR) advierte que la informalidad, la falta de contratos y el escaso acceso a la atención médica ponen en riesgo constante la salud y la vida de miles de mujeres que trabajan en este sector. Para ser exactos, 300 mil según cifras del Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo al 2023.
Según datos del proyecto ANITA, el 57% de trabajadoras del hogar padecía alguna condición crónica de salud, pero solo un 7.5% contaba con EsSalud pagado por su empleador para poder atenderse y un 16% no contaba con ningún seguro, lo que era una cifra alarmante hasta el 2022. Para el 2024, un 72% aseguró contar con Sistema Integral de Salud (SIS).
“Hablar de salud en el trabajo no es solo hablar de riesgos físicos, sino también de salud emocional y estabilidad laboral. Las trabajadoras del hogar están completamente expuestas a enfermedades, sobrecarga, maltratos y estrés, muchas veces sin la posibilidad de ir al médico ni tomarse un descanso”, señala Sofía Mauricio, miembro del Consejo Directivo de AGTR.
La salud mental y las alarmantes cifras sobre violencia
El trabajo del hogar remunerado en sí mismo es física y psicológicamente demandante, lo que contribuye al agotamiento. Si a esto le sumamos la constante inestabilidad laboral, las horas extras sin pago, el no tener un contrato escrito y no saber si van a cumplir con tus beneficios sociales, “esto también genera angustia, tensión permanente y puede llevarte a la depresión”, explica Mauricio.
El tener que trabajar muchas veces estando enferma puede generar sentimientos de desamparo, frustración y agravar problemas de salud mental preexistentes o desencadenar nuevos.
Según la encuesta ANITA (octubre 2023 – marzo 2024), el 36% de las trabajadoras del hogar presenta síntomas de depresión. El temor constante a ser despedidas, el aislamiento y las jornadas extenuantes afectan su bienestar psicológico. “No existen servicios de salud mental específicos para ellas y muchas veces deben seguir trabajando aun cuando se sienten mal, sin posibilidad de atenderse”, afirma Mauricio.
Además, según los datos de ENAHO (Encuesta Nacional de Hogares) y la ENDES (Encuesta Demográfica y de Salud Familiar) al 2022, el 16% de trabajadoras del hogar denuncia violencia psicológica, mientras que el 10% reporta violencia física. Según datos del proyecto ANITA al 2024, un 14% reporta haber tenido un accidente laboral, entre caídas (42%), cortes (21%) o quemaduras (19%), y solo 4 de cada 10 ha recibido atención médica después de estos incidentes.
Ante el panorama, AGTR hace un llamado a visibilizar la urgencia de proteger los derechos de las trabajadoras del hogar con medidas concretas como la de difundir activamente los derechos laborales establecidos en la Ley 31047, que muy pocas trabajadoras conocen.
Impulsar campañas dirigidas a empleadores destacando que, al formalizar a una trabajadora del hogar y pagar sus aportes a EsSalud, pueden deducir esos gastos en su declaración anual de impuestos ante Sunat.
Asimismo, consideran importante promover campañas de salud mental orientadas a trabajadoras del hogar y facilitar el registro de contratos a través de mecanismos más accesibles y descentralizados.
“El acceso a salud y seguridad en el trabajo no debería ser un privilegio, sino un derecho garantizado. Este es un trabajo que permite que otros trabajen. Formalizar no es solo cumplir una ley, es reconocer la dignidad de un trabajo esencial”, concluye Mauricio.