RCR, 21 de diciembre de 2020.- Diego Macera, gerente general del Instituto Peruano de Economía (IPE), quien participó la semana pasada en el VI Foro de Desarrollo Económico Puno 2020, sostuvo que esa región tiene un potencial minero que puede le puede ayudar a salir de su condición de ser una de las zonas más rezagadas del país en cuanto a superación de la pobreza. Señaló también que las autoridades regionales y locales adolecen de una incapacidad para ejecutar obras públicas.
“En Puno, como en otras regiones del sur, el potencial minero es significativo. Puno tiene la oportunidad del desarrollo del litio, que ojalá pueda llevarse a cabo y salir adecuadamente. El potencial aquí es muy grande para la generación no solo de divisas y tributos para el Perú, sino para el desarrollo propio de la región. La ventaja de la minería es que son proyectos muy grandes de cientos y en algunos casos de miles de millones de dólares, que además se ejecutan de manera descentralizada”, dijo a través de Red de Comunicación Regional (RCR).
“Puno es uno de los más rezagados del país. Puno, al igual que todas las regiones del país, ha tenido una mejora y esto ha ido aparejado con una reducción en la tasa de pobreza y una mejora en los ingresos de la mayoría de familias en los últimos 20 años. Si miramos los últimos tres años, Puno ha quedado un poco rezagada con respecto de sus pares en la zona sur. Mucho de esto se refleja en el Indicador de Competitividad Regional que elabora el IPE, allí Puno ocupa uno de los últimos puestos de la tabla con mucho espacio para mejoras en el mediano plazo”, indicó.
Destacó que “en el Perú no tenemos muchos sectores de este tipo, que sean de escala global, y la minería es uno”. “En el caso de Puno hay proyectos que se pueden aprovechar. Eso es parte de la falta de dinamismo que pueda haber tenido la economía de Puno en los últimos años. Eso responde a que la producción minera y el inicio de nuevos proyectos mineros no se ha dado como uno hubiera querido”, subrayó.
“Si hubiéramos tenido la producción y la construcción de nuevos proyectos mineros en Puno, estos indicadores económicos que no están muy bien en los últimos tres años, hubieran podido ser significativamente mejores, y eventualmente también con la consiguiente mejora en los ingresos y en la calidad de vida de la población”, remarcó.
Capacidad de gasto
Señaló que “la inversión pública en los últimos cinco años en Puno es parecida a la capacidad promedio nacional”. “Acá hay tres promedios de evaluación que hay que hacer. En primer lugar, cuanto gasta el gobierno nacional en la región en función a su presupuesto asignado, luego cuanto gasta el gobierno regional, y luego cuanto gastan los gobiernos locales, es decir las municipalidades tanto provinciales como distritales. Estamos hablando de números cercanos al 65%, que es el promedio nacional, es decir siete de cada 10 soles que hay a disposición”, afirmó.
“Un dato interesante es que de toda la plata que hay para invertir en la región, más o menos, el 60% está en manos de los gobiernos regionales y locales. Es decir, desde Lima se decide invertir el 40%, es decir cuatro de cada 10 soles. Eso es una reflexión que vale la pena hacer, porque cuando decimos esta carretera o este colegio o esta red de agua se ha debido ejecutar, en parte es responsabilidad del gobierno nacional, pero quizá en una proporción mayor es a veces responsabilidad de quien es alcalde y no pudo ejecutar adecuadamente la plata que tenía a disposición”, aseveró.
Enfatizó que “acá los primeros responsables son las autoridades públicas, pero tambien hay una función importante que tienen que cumplir la sociedad civil”. “Los medios de comunicación, los centros de investigación, las universidades y la ciudadanía en general, para que puedan estar atentas a que cosa están haciendo las autoridades publicas con sus recursos. Son recursos de la ciudadanía, entonces le pertenecen a la población”, expresó.
Informalidad laboral muy alta
Mencionó que “la informalidad en Puno es particularmente alta”. “Además tiene la característica de ser región de frontera y hay un tema de comercio no formal. Este problema no lo tienen otras regiones que no comparten líneas fronterizas con Bolivia o Chile. Ese es un punto adicional que complica el análisis de la problemática de la situación de Puno”, observó.
“Lo que eventualmente termina pasando cuando tenemos una informalidad extendida es que ya se vuelve como un hábito, donde los proveedores son informales, los clientes también. Entonces cuando el ecosistema es informal, se hace muy difícil que una sola persona o una sola empresa diga yo quiero ser formal, porque el ecosistema me demanda que permanezca informal y que tenga beneficios de ser formal”, remarcó.
“Aquí lo que va a tener que suceder para empujar hacia una formalidad es un cambio de paradigma grande, sobre cómo estamos entendiendo ente tema en el Perú. Uno de los caminos que tenemos que explorar es entrar en serio con la digitalización. El desempleo no es un tema tan extendido en el Perú, como sí lo es el subempleo o el empleo informal”, manifestó.
“Por ejemplo, las personas qué están en el sector agropecuario, que son 40%, no están desempleadas, están trabajando, el problema central ahí es que la baja productividad que tienen incide en el bajo nivel de remuneraciones y eso determina sus niveles de pobreza. No es tanto el desempleo, la variable principal o más preocupante es que la gran mayoría de personas que trabaja lo hace en actividades de baja productividad y eso es lo que tenemos que corregir”, agregó.
Agro con bajo rendimiento
Señaló que Puno, al igual que otras regiones del sur, no tienen un fuerte componente agropecuario entre su Población Económicamente Activa, al precisar que “uno de cada 10 trabajadores está vinculado a la actividad agrícola o pecuaria”. “Esto no tendría que ser un determinante de baja productividad, sino fuera porque esta actividad ha tenido un nivel de rendimiento bajo en esa región. La mejora en la productividad agropecuaria es una de las condiciones importantes para escalar en el índice de competitividad y mejorar la calidad de vida de la población, sobre todo la más vulnerable”, puntualizó.
“Por un lado, hay una transición natural en muchas familias desde el agro hacia emprendimientos urbanos de las generaciones mas jóvenes. Esta urbanización esta asociada a mejoras de productividad en el sector agropecuario. Hay temas pendientes en técnicas de mejora del tipo de riego, de semillas, del acceso a mercados y a prácticas en asociatividad o de cooperación entre productores agrícolas y pecuarios”, explicó.
“Hay un ejemplo interesante en Puno que tiene un potencial interesante para el desarrollo y producción de frutas, ahí un tema que había quedado pendiente es la carretera Sandia-Carabaya. La zona tiene mucho potencial en la productividad de lo que cultiva y en el desarrollo nos hemos quedado cortos y eso es responsabilidad del gobierno nacional y de los gobiernos regionales y locales”, subrayó.
Ver entrevista…