En un libro reciente con capítulos de cuatro periodistas -“Señora K”-, se señala un aspecto relevante del trabajo de Keiko Fujimori, su incansable dedicación a la tarea de construir un partido, interés ausente en muchísimos políticos y candidatos que participan en el actual proceso electoral.
En efecto, como es visible, son varios los candidatos presidenciales que postulan contratando un vientre de alquiler, subiéndose al carro de una franquicia disponible en este momento.
Se puede aducir que si quieren participar no tienen otra opción, y es cierto. Pero también es evidente que para tener una democracia de mejor calidad se requieren partidos y estos son una rara especie.
De hecho, es dificilísimo construir un partido en el Perú de hoy, entre otras cosas, por ser un país con 70% de informalidad, además de muchas otras razones comunes también a otros países. Es como tratar de levantar un edificio en suelo inestable, en arena movediza.
Pero Keiko Fujimori lo viene haciendo, persistentemente. Como subraya Ariana Lira, “Durante los años que pasaron entre los procesos electorales de 2011 y 2016, Keiko emprendió una incansable travesía de fortalecimiento partidario. (…) Casi sin descansar, luego de la ajetreada campaña, empezaría a visitar región por región y provincia por provincia. Una práctica que en un país sin tradición partidaria como el Perú, terminaría por sembrar resultados.”
Y no fue fácil, no solo por los motivos que hacen ardua esa tarea en el Perú sino también por cuestiones específicas: Keiko concibió el partido, dice Lira, “luego que los otros partidos fujimoristas se negaron a ceder el poder sin condiciones, la hija de Alberto Fujimori decidió fundar un nuevo movimiento que unificaría a los fujimoristas bajo un mismo techo partidario, no sin resistencia de alguna facciones”.
Al parecer había adquirido esa práctica desde antes, a fines de la década de 1990, como anota Valerie Vásquez de Velasco, que recoge un testimonio: cumpliendo la función de Primera Dama, “era súper chamba. Viajaba todo el día por todo el país. Visitaba diferentes ciudades. Desayunos, almuerzos, cenas. Firmas de autógrafos por horas… Descansaba solo de noche”.
Por supuesto, el camino ha estado –y sigue estando- erizado de dificultades. No es fácil encontrar personas dispuestas a poner el hombro ni evitar que se cuelen oportunistas y sinvergüenzas.
Una de las razones por las que creo que Fuerza Popular es la mejor opción –no la única- para enfrentar el peligro izquierdista y populista que amenaza a desbarrancar al Perú por un abismo similar al de Venezuela, es que tiene una estructura partidaria.
Lo cual es importante no solamente para competir en el proceso electoral sino, en caso de ganar las elecciones y llegar al Gobierno, para enfrentar los enormes desafíos que tiene el país asolado por una crisis devastadora. Un Gobierno que necesariamente tendrá que constituir una coalición con los partidarios de la democracia y el libre mercado.