La última encuesta de Ipsos Perú trae un par de nuevas revelaciones. Una primera es que cae estrepitosamente Forsyth y Lescano sube como la espuma logrando un empate técnico, y tres de los candidatos (Keiko, Mendoza y Urresti), se disputan el segundo lugar. La segunda, la más importante es que el electorado al parecer exige cambios.
Estos resultados se la ponen difícil a Verónika Mendoza si quiere seguir en carrera, porque de lo que haga ahora afectará su campaña electoral en segunda vuelta. Lescano le está quitando espacio con su discurso radical sobre todo en el sur, a tal punto que, si no cambia su estrategia de campaña, puede quedar fuera de carrera.
Mientras que el discurso de Verónika Mendoza se ha corrido hacia el centro, corrigiendo su línea inicial, tendiendo puente con la empresa privada hasta el punto de llamarlas “aliados estratégicos”, Lescano por el contrario, se ha dedicado a cuestionarlas duramente, señalando que la constitución ha servido solo para favorecer los intereses privados, no cautelar los intereses nacionales y menos los recursos naturales que serían explotados en condiciones de inequidad, contrarias al Perú, haciendo referencia al gas en un contexto de elevación del precio de éste -y protestas en el sur- con la consiguiente afectación de todos los peruanos.
Visto desde sus posiciones políticas, para la percepción del electorado, al parecer han invertido sus roles discursivos. Lescano sale ganando porque toma distancia de las posiciones de Acción Popular, corriendo más hacia el centro izquierda, que es lo que más le conviene electoralmente en esta primera vuelta, mientras que la Mendoza pierde su ubicación, porque el electorado izquierdista está más acostumbrado a discurso radical, incendiario y hasta anti empresarial.
Mendoza ha centrado su discurso en el cambio de la constitución, lo cual está bien solo que ésta ha dejado de ser un atractivo diferencial porque a estas alturas ya suman ocho partidos que exigen lo mismo. Ahora ella está obligada a radicalizar su discurso y colocarse más a la izquierda, pero con contenido programático que no permita que Pedro Castillo de Perú Libre le pueda restar votos, tan necesarios para pasar a la segunda vuelta.
El discurso de cambiar la constitución es una condición necesaria, pero insuficiente. Hay que explicar por qué y para que, de manera sencilla, diferenciada del resto de candidatos, y articulada al contexto de la pandemia y la reactivación económica. Ningún candidato tiene una oferta electoral potente que responda a las necesidades más sentidas de la población, lo que hace que esto constituya una oportunidad para Verónika Mendoza.
Las izquierdas, históricamente, en todas sus versiones, siempre han tenido una presencia importante. En el ´78 tuvo un tercio de la Asamblea Constituyente, con Humala logró el primer lugar el 2006 y el 2011 con 24 y 28% respectivamente; y el 2016 casi pasa a segunda vuelta con Verónika Mendoza, alcanzando el 15% de los votos válidos. Sin embargo, a pesar que Mendoza está corriendo sola en la izquierda, se mantiene estancada e incluso en las últimas encuestas ha bajado un punto. Al parecer obedece a que no ha logrado capturar la atención del electorado izquierdista, acostumbrado más a un discurso antisistema. Ella aparece como una más del centro político e incluso está empezando a recorrer el fantasma de la candidatura de Pedro Castillo que le puede jugar en contra como lo hizo Gregorio Santos en el 2016.
Mendoza debería tener una mejor lectura del contexto. La población exige cambios y se expresan en siguiente: los presidentes no pueden seguir gobernando como lo han hecho y la población no soporta que los gobiernen como lo han venido haciendo.
Algunos datos le puedan que ayudar a Verónika Mendoza en la redefinición de su discurso. La reciente encuesta de CELAG Opinión Pública de diciembre del año pasado, sobre el panorama político y social, señala que más del 94% de peruanos se bate entre la incertidumbre, el temor y enojo; dónde la economía, el empleo y la corrupción, son percibidos como los principales problemas de un 56% de la población.
Pero, además, según encuesta de CELAG, el 84% cree que los grandes empresarios son deshonestos y un 77% señala que no están comprometidos con el país. Finalmente, un 61% percibe que los orígenes de las diferencias sociales se deben a que los ricos son productos de la corrupción y un 74% le atribuye que las diferencias de los ingresos son injustas y que no tienen en cuenta el esfuerzo de cada uno. Un dato adicional es que el 73% piensa que una medida económica extraordinaria en el actual contexto serían los impuestos a las grandes fortunas para enfrentar la pandemia.
Es cierto que la decisión de radicalizar su discurso y de colocarse más a la izquierda pueda afectar su campaña en segunda vuelta para asirse de la presidencia, pero también no deja de tener sentido que mantenerse en el mismo discurso la podría dejar fuera de carrera electoral. Tamaña encrucijada para la “Vero”.