Nadie esperaba un respaldo tan importante a Pedro Castillo, representante de uno de los sectores de la izquierda radical. De hecho, los herederos de Sendero Luminoso (SL) y el MRTA han apoyado, e intervienen hasta cierto punto, en los grupos que han participado en estas elecciones con Castillo y Verónika Mendoza.
Equivocadamente algunos los señalan como terroristas. No son terroristas, no recurren a la lucha armada, no ponen bombas, no secuestran ni asesinan. Pero buscan objetivos similares a los de SL y MRTA por la vía electoral, naturalmente adaptados a condiciones del siglo XXI. Es decir, pretenden instaurar en el Perú alguna variante de lo que Hugo Chávez denominó el “socialismo del siglo XXI”, cuyos resultados son visibles en Venezuela o Cuba.
El error de considerar terrorista a Castillo fue visible en la huelga magisterial que él encabezó el 2017. Allí el Ministerio del Interior inventó una absurda y falsa teoría: los maestros estaban comandados por una dirigencia terrorista controlada mitad y mitad por el Movadef y los terroristas de SL del Vraem.
En verdad los Quispe Palomino, los senderistas del Vraem, no tienen ninguna influencia en la política ni en el magisterio nacional. Son una banda asociada al narcotráfico que subsiste en esa región pero carece de proyección en el país.
El Movadef sí era uno de los grupos radicales que tenía ascendiente en la dirección de la huelga, el más organizado sin duda.
El Movadef es el Sendero Luminoso de Abimael Guzmán con otro nombre. Desde 1993, cuando se rindió públicamente desde la prisión, Guzmán viene intentando un “acuerdo de paz” y ha instado a sus seguidores a abandonar el terrorismo, no por convicción ideológica, sino porque fue derrotado. Y porque él y sus secuaces saben que no tienen ninguna posibilidad de llegar al poder por la vía violenta. Por eso lo intentan por la vía electoral.
En el 2017 cuando el Ministerio del Interior acusó falsamente a los dirigentes magisteriales de terroristas, la huelga creció hasta hacerse incontrolable. Además, el Mininter impuso al Gobierno y al Ministerio de Educación la prohibición de negociar con Castillo, porque supuestamente era un terrorista.
Así, se dio la absurda situación que la ministra Marilú Martens no podía hablar con Castillo –ella reconoció después que fue un error-, y una comisión de congresistas conversaba con él en el primer piso del Minedu y luego iba al sexto piso a comunicarse con Martens. El resultado fue un desastre para el Gobierno de PPK.
Terrorista es quien realiza acciones terroristas o las está preparando. Castillo -ni Mendoza- son terroristas. Pero ellos tienen propósitos parecidos a SL y MRTA de hace cuarenta años, y quieren alcanzarlos por la vía electoral.
No se les combate considerándolos delincuentes terroristas porque no lo son. Son más peligrosos, porque por la lucha armada nunca pudieron llegar al poder y por las elecciones sí tienen posibilidades. Hay que enfrentarlos y derrotarlos políticamente.