Por Antero Flores-Araoz
Pocos días atrás, actuando como portavoz del Gobierno su ministro de Defensa, anunció que se cerrarían aproximadamente cuarenta bases de nuestras Fuerzas Armadas en el VRAEM, esto es en el Valle de los ríos Apurimac, Ene y Mantaro, que comprende parte de los departamentos de Apurimac, Ayacucho, Huancavelica y Junín y, en donde está acreditado hay actividad terrorista íntimamente relacionada con el narcotráfico y a la que corrientemente se le denomina “remanentes terroristas”.
Lo cierto es que, por inacción gubernamental en los últimos tiempos, lo que fueron remanentes han crecido y la relación con el narcotráfico se ha convertido en asociatividad, por lo cual su combate tiene que ser altamente cohesionado entre Fuerzas Armadas y Policía Nacional.
Antes de lo señalado, desde DEVIDA se anunció que en el VRAEM no habría sustitución de cultivos de coca.
Ambos anuncios en la práctica son como juntar Anfo con potentes explosivos, es decir que el resultado será grave y trágico.
En lo que se refiere a la política de dejar hacer dejar pasar (del francés: laissez faire, laissez passer), respecto al cierre de bases antisubversivas, ello es poco responsable, para no usar duro calificativo, pues es dejar abierta la posibilidad de que los narco-terrucos hagan lo que les de la gana en el VRAEM y encima puedan ampliar su accionar hacia otros lugares.
Dicho antiguo dice que “en caja abierta el justo peca”, y esto es aplicable a lo descrito, pues si es que no existen bases, tampoco habrá patrullaje y menos aun acción persecutoria contra terroristas y narcotraficantes. Habría que decirle al ministro que ha hecho el anuncio, que si su casa queda sin resguardo, sin llave y con la puerta abierta, de seguro ingresarán delincuentes y se llevarán todo y probablemente no lo dejarán volver. Esto pasaría incluso en Palacio de Gobierno, en el Palacio Arzobispal y en cualquier otro de singular connotación.
En el VRAEM importantes triunfos del Perú, como la recuperación del Vizcatán, fueron echados por tierra cuando el Estado redujo su accionar punitivo en el VRAEM, bajo la tesis equivocada que cuando no hay bajas ni lesionados, es porque los delincuentes se han replegado. No señor, no hay bajas ni heridos por falta de acción, pues cuando se acciona desde las fuerzas armadas y policiales, siempre pueden suceder hechos de sangre en ambos bandos.
Si el Estado deja de combatir, quienes estarán felices son los narcotraficantes, que dejarán de gastar su peculio comprando conciencias, inmovilismo y silencio, se paralizarán las acciones policiales y militares, y seguirán funcionando las pistas clandestinas, sirviendo a las avionetas furtivas para sacar narcóticos de la zona.
La dejadez en la sustitución de cultivos de coca por los alternativos, de suyo es grave, pues se ampliarán las zonas de producción, cuando lo que se requiere es su reducción, que si se puede lograr como ya se hiciere con anterioridad en la zona del Monzón.
Ojalá que los propósitos de la dejadez solo sea irresponsabilidad, la que podrá corregirse.