No sé si serán coincidencias. Hace 7 años, la Sociedad Peruana de Hidrocarburos (SPH) presentó su libro emblemático: EL LIBRO BLANCO DE LOS HIDROCARBUROS propuesta de reforma del sector hidrocarburos ´para un nuevo consenso social, el mismo que tuvo un comentario de Prospectiva Amazónica1 en el contexto de los hechos que ocurrían en territorio indígena en ese momento, que por cierto, no existía consenso de partes y las relaciones tenían un alto grado de violencia: la comunidad nativa de Cuninico estaba en el centro de la discusión. Los hidrocarburos (petróleo y gas) es la fuente de energía (no convencional) de mayor valor económico y social, de ahí su importancia para su explotación al desagregar recursos financieros que no necesariamente se enfocan a su buen uso. En el caso de Loreto, la explotación de petróleo por 50 años (1971-2021) generó una renta acumulada de más de us$43 mil millones, mientras que la brecha en el suministro de energía eléctrica conectada a la red pública llega a cubrir el 41 por ciento de los 2 346 centros poblados existentes en nuestro territorio; y si medimos al centro poblado por su acceso al paquete de servicio completo (agua + desagüe + energía eléctrica + teléfono) los resultados son aun desastrosos: solamente el 1.7 por ciento (39 centros poblados) tienen ese privilegio. En estos días, la ciudad de Nauta, capital de una de las provincias petroleras, viene sufriendo las consecuencias de servicio eléctrico de la peor calidad con tres semanas continuadas de interrupción del servicio. La explotación petrolera no energizo las relaciones entre partes, al contrario, genero conflictos, disputas internas para ostentar el control del territorio, y una relación nada amigable con el medio de vida natural.
Al comenzar esta semana, China presento su Libro Blanco enfocado en la Reducción de la Pobreza, exhibiendo cifras impresionantes: 99 millones de ciudadanos chinos, principalmente del ámbito rural y de regiones autónomas con minorías étnicas, dejaron de ser pobres en tan solo 8 años. El esfuerzo público de dotarles de servicios básicos elementales, subsidios directos a grupos focales de alta vulnerabilidad, instituciones todas apuntando a una misma dirección y la estrategia de una redistribución de los ingresos enfocado en el ser humano, fueron las bases para consolidar la meta anticipada de reducir la pobreza 10 años antes a los fijados por los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) al 2030.
En el 2020, la economía mundial se redujo en 3.3 por ciento, cayendo todos los países del orbe, a excepción de China con un crecimiento de 2.3 por ciento. Al comenzar el 2021, el Fondo Monetario Internacional (FMI) publicó las perspectivas económicas del mundo estimando que la economía global va recuperarse y crecerá con un modesto 0.5 por ciento en el 2021, y en el ranking de países con crecimientos pobres en un mundo en pandemia, se encuentra China con 0.3 por ciento. A finales de marzo el FMI corrige sus cifras de comienzo de año, y eleva su pronóstico de crecimiento mundial a 6 por ciento, otorgándole a China un crecimiento de 8.4 por ciento, tan solo superado por India (12.5%). Crecimiento con distribución, es el antídoto para matar la pobreza y la desigualdad. Mientras el libro Blanco de la SNH (y sus propuestas) no puede, en la práctica, enchufar consenso y energía, en un territorio como Loreto donde la pobreza y marginalidad se convirtieron, en el tiempo, en brechas estructurales; más allá y muy lejos de nosotros, se presenta un Libro Blanco, con resultados exitosos de cómo se acabó con la pobreza en zonas rurales y en grupos étnicos. Coincidencias que no calzan.