Por Antero Flores-Araoz
Hacen pocos días, un antiguo amigo comentaba que el Perú estaba en camino de cambiar de nombre a “Chorolandia”. La imaginación en nuestro país es muy grande y ello lo podemos fácilmente comprobar en las caricaturas que salen en diarios y revistas, en los memes con los que atosigan nuestros correos electrónicos y whatsapps y, ni que decir en las diferentes redes sociales que francamente ya nos abruman.
Como podrán comprender lo de “Chorolandia” viene de los famosos choros, y no me refiero a los sabrosos moluscos de la cocina nacional, especialmente a los choros a la chalaca, sino a los pillos, ladrones y ladronzuelos que hacen de las suyas en nuestro querido y hoy sufrido país.
El presidente que cree que nos gobierna, acaba de poner de patitas en la calle a uno de sus ministros. Como es evidente me estoy refiriendo al ex titular de la cartera de Salud que, con triquiñuelas y desfachatez, según dan cuenta los medios de expresión, y por supuesto sin poder justificar origen de los fondos, hizo depósitos significativos en las cuentas bancarias de su pareja o expareja, sábelo Dios, con las cuales esta última adquirió un inmueble. Y como si ello no fuese ya escandaloso, empleó para ello los servicios de empleados públicos que estaban bajo su autoridad, aunque remunerados con los impuestos que pagamos todos los peruanos.
Ha sorprendido gratamente la actitud de Pedro Castillo de dar inmediata forata al responsable de tales depósitos, pues de pelagatos pasó a pudiente funcionario público del más alto nivel y que en poco tiempo del ejercicio del cargo ha dado muestras de solvencia económica que nadie le conocía.
Probablemente el presidente Castillo ha reaccionado con inusitada rapidez ante un evidente hecho de deshonestidad pública, debido a la próxima visita de representantes de la OEA, solicitados por su gobierno para que verifiquen in situ la situación que se vive en nuestro país, y quiera dar la sensación de corrección gubernamental, cuando la Fiscalía de la Nación ha dado cuenta de más de 190 elementos de convicción, de que existe felonía gubernamental en el Perú, por supuesto no de todos los altos funcionarios de nuestra burocracia, aunque si de muchos de ellos, e inclusive de su parentela, allegados y personal de su confianza, aunque no de la confianza ciudadana. Pichiruches que de la noche a la mañana se han transformado en afortunados ciudadanos, y ello no por obra de su esfuerzo, estudios, trabajo, sino por las inconductas que diariamente se cometen.
Ojalá que el presidente Castillo haga una barrida de los funcionarios de su gobierno que están actuando de espaldas a la corrección que deberían tener los servidores públicos. No se puede dejar campear los actos de soborno, la elevación indebida del valor de las obras públicas, la entrega sospechosa de contratas a los allegados y tantos hechos más que nos hacen enrojecer de ira reclamando correctivos y sanciones. Don Pedro Castillo Terrones, tiene la palabra y esperamos acción.