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ALPAQUEROS Y SUS ANGUSTIAS

ALPAQUEROS Y SUS ANGUSTIAS

Por Ántero Flores-Aráoz

Somos parte de un país extraordinario, que tiene de todo, desde seres humanos con gran voluntad de superación que se sacrifican por el porvenir y por su descendencia, como también con tres zonas naturales distintas, con sus respectivas características y recursos naturales, a lo que se agrega en el litoral un mar rico en especies ictiológicas, que nos coloca siempre en los primeros sitiales de la pesca mundial.

En la costa, contamos con valles fértiles con agricultores pujantes y laboriosos, en la sierra con minería metálica y no metálica diversa, que nos hace pluri productores, así como ganadería especialmente de alpacas y  llamas y, la selva con inmensa extensión de la Amazonía, con   especies animales, bosques esplendorosos en espera de racional explotación forestal y paisajes envidiables.

Como si todo ello fuera poco, tenemos un pasado milenario, con culturas impresionantes, elementos arqueológicos espectaculares a los que se suma el patrimonio monumental de la Colonia, también en espera de una mejor actividad de turismo receptivo.

¿Qué es lo que nos falla para estar mejores? Evidentemente una mejor clase dirigente pública, en gobiernos de los tres niveles, nacional, regional y local, y superar la debilidad institucional en los Poderes del Estado, pues sus integrantes -no todos por cierto- dejan mucho que desear.

En esta ocasión me voy a referir especialmente a la ganadería alpaquera, cuya calidad de lana es apreciadísima, no solo internamente sino en el exterior, en que se ha logrado que los tejidos de alpaca y las confecciones que se hacen con ellas, sean incluso expuestas en eventos internacionales de alta moda.

Si nuestra lana de alpaca es tan apreciada, existiendo también en otros países andinos y norte de Argentina, no se puede entender el motivo por el cual, por lo general, los alpaqueros andan -como se dice – “a tres toques y un repique”.

En efecto los alpaqueros viven dispersos en chozas sin servicios básicos; cabezas de auquénidos expuestas a ser desaparecidas por los friajes inmisericordes, con cultivos complementarios en pequeñísimas parcelas; la instrucción casi elemental; con pastos naturales reducidos y mal manejados; insuficiente organización gremial, aunque si comunal y, lo más grave, carencia de estrategias para constituir grupos articulados que puedan vender su magnífico producto a mejores precios.

Lamentablemente el Estado no está haciendo su tarea, pues los alpaqueros y otros productores de lana de auquénidos, no tienen alimentación adecuada en proteínas, el raquitismo es impresionante, las prestaciones de salud a cargo del Estado, muy distantes.

Se estima que existen aproximadamente 113,000 familias dedicadas a la ganadería alpaquera, las que claman porque el Estado se ocupe de ellas, los ayude organizarse empresarialmente, así como a construir albergues ganaderos contra el friaje, incluso ser objeto de crédito por la banca de fomento la cual carece del apoyo político indispensable. 

Como vemos, tenemos recursos casi inagotables, pero falta mística de servicio para ayudar a estos héroes anónimos, que, en las zonas más inhóspitas del Perú, están haciendo patria.

 

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