Las encuestas de IEP e Ipsos Perú muestran resultados distintos en el orden de los cinco primeros candidatos. La diferencia entre una encuesta y la otra es un asunto metodológico: un sondeo de opinión telefónico versus un simulacro de votación. En lo único que coinciden es en la caída de Lescano y el crecimiento de Hernando De Soto en este último tramo de campaña.
Crecen De Soto, Mendoza y Castillo en las preferencias electorales y -en sentido contrario- caen Lescano, Forsyth y López Aliaga. Keiko permanece casi estancada como agonizando. El debate favoreció a unos y perjudicó a otros, y para algunos solo les sirvió como carta de presentación porque ya venían creciendo de antes del debate como es el caso de Hernando De Soto.
No le funciono la estrategia de Renovación Popular de dopar a López Aliaga y darle el papel sucio a Santos para demoler a los adversarios que le disputaban a éste su pase la segunda vuelta. Lo que logró fue perjudicar a Lescano y favorecer a De Soto quien finalmente termino de capitalizar la caída de Rafael López Aliaga. Al final, nadie sabe para quién trabaja.
En una semana de lo que queda para las elecciones presidenciales es posible que mueva los tres primeros lugares, pero no los que están en tendencia creciente lo cual colocan en mejores condiciones a De Soto y Mendoza para pasar a la segunda vuelta. Posiblemente los votos blancos se reduzcan, pero ello no variará las tendencias que marcan esta última encuesta de Ipsos Perú.
La hipótesis que hemos venido manejando (que se justifica en el comportamiento del voto de los últimos 30 años) es que la distancia de los dos primeros lugares se alejaría con respecto al resto de candidatos por una razón bien simple: los votantes concentran su votación en los que perciben como potenciales ganadores y que en lo fundamental tiene la intensión de bloquear a un candidato que nos les gusta.
Algo parecido ocurriría en las elecciones congresales donde la votación se concentraría en tres o -a lo más- cuatros bancadas que tendrían una mayoría en el congreso que facilitaría una coalición a favor del que salga elegido presidente, lo cual podría generar mayores condiciones para la gobernabilidad.
Es posible que haya nueve partidos en el congreso, pero conforme se acerque el día “D” los electores generalmente concentran su votación en los partidos que perciben puedan pasar a la segunda vuelta, dándoles la primera minoría congresal y que podría facilitar un entendimiento con el resto de bancadas, lo cual contradice la teoría de la fragmentación y la ingobernabilidad que gran parte de los analistas políticos auguran. El comportamiento de los electores de los últimos veinte años (1995-2016) ha tenido esta tendencia que esperamos se repita.
Desde esta columna confiamos que el electorado le otorgue un voto de confianza al que salga elegido presidente y le permita por lo menos contar con una bancada sólida en números que facilite una negociación con otras bancadas a favor de la gobernabilidad que el país necesita para enfrentar la crisis económica y sanitaria.