Fuente: El Comercio
Tras heredar el poder absoluto de la hermética Corea del Norte con menos de 30 años, Kim Jong-un ha pasado en poco tiempo de ser un paria de la comunidad internacional a convertirse en un hábil estratega
Seúl. Tras heredar el poder absoluto de la hermética Corea del Norte con menos de 30 años, Kim Jong-un ha pasado en poco tiempo de ser un paria de la comunidad internacional a convertirse en un hábil estratega capaz de negociar cara a cara con EE.UU.
Hijo y nieto de implacables tiranos, el tercer miembro de la mediática dinastía llegó al poder en diciembre del 2011, pero ha sido en este año cuando ha conseguido darle la vuelta a su imagen de dictador voluble que atemoriza al mundo con lanzamientos de misiles y pruebas nucleares.
El mariscal Kim, que solo ha viajado a China, su principal aliado y donde se entrevistó en marzo pasado con el presidente Xi Jinping, y a frontera intercoreana donde se reunió dos meses después con el presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in, vive ahora una etapa de apertura diplomática mientras cultiva su imagen de hombre de Estado.
Este nuevo reconocimiento internacional alcanzará su punto álgido el 12 de junio en Singapur con la cumbre con el presidente de EE.UU., Donald Trump, la primera de la historia entre los dos países.
Ante tan importante cita, Kim ha conseguido incluso ser visto como un líder más fiable que el impredecible inquilino de la Casa Blanca.
Como con casi todo lo que rodea al opaco régimen de Pyongyang, no se sabe la fecha exacta del nacimiento del hijo del «gran líder», Kim Jong-il, y nieto del fundador del país, Kim Il-sung, pero se cree que podría tener entre 34 y 36 años.
Amante del baloncesto y las películas de acción, el joven líder habla inglés, alemán y francés, gracias a su educación en un colegio de Berna (Suiza), al que acudió de incógnito y bajo el control de numerosos funcionarios norcoreanos entre 1993 y 1998.
Quizá por su juventud o su educación occidental, Kim ha mostrado una clara tendencia a modernizar la imagen y costumbres del país con gestos como la creación nada más llegar al poder de la banda de chicas Moranbong, a semejanza de los grupos de K-pop de Corea del Sur.
En contraste con sus progenitores, Kim Jong-un además ha dado un papel público a su esposa, Ri Sol-ju, con la que se cree que tiene dos o tres hijos, y que le acompaña en numerosos eventos y actividades, como su primer viaje a China y estreno internacional del pasado marzo.
El actual líder, responsable de sonadas purgas y acusado de ordenar el asesinato de su hermanastro mayor, Kim Jong-nam, llegó al poder siendo casi un desconocido para los norcoreanos tras la muerte de su padre el 17 de diciembre de 2011.
Además de un visible sobrepeso, el líder -que en un principio se mostraba inseguro y reacio a comparecer en público- ha ido adquiriendo con los años una presencia más contundente y un parecido evidente a su venerado abuelo, a quien los expertos aseguran que intenta emular para conseguir el respeto de sus súbditos.
La mayoría de los datos sobre su vida privada se conocen o a través de los servicios de inteligencia de Seúl o por las extravagantes visitas que ha recibido del exjugador de la NBA, Dennis Rodman, que lo ha calificado como un hombre «divertido», «sonriente» y «familiar».
Fumador empedernido y de voz áspera, Kim se impuso en la línea sucesoria a sus hermanos mayores, Kim Jong-nam y Kim Jong-Chul, después de que los dos fueran descartados al considerarse que no estaban preparados para el poder, uno por demasiado occidental y el otro por su poco interés por la política.
Mientras las flagrantes violaciones de los derechos humanos han seguido siendo la tónica en el Norte durante su liderazgo, el comandante supremo del Ejército Popular de Corea y presidente del Partido de los Trabajadores ha apostado de manera especial por su programa armamentístico y el desarrollo económico.
Aunque ahora asegura estar dispuesto a renunciar a su arsenal atómico, el Gobierno de Kim Jong-un intensificó la apuesta por la carta nuclear por la que ya optó el anterior líder como seguro de vida para el régimen.
El incremento de pruebas armamentísticas no deja lugar a dudas: en el último lustro Corea del Norte ha hecho muchos más lanzamientos de misiles balísticos y ensayos nucleares que en los 17 años que abarcó el liderazgo de Kim Jong-il entre 1994 y 2011.
El período en el poder del tercero de la dinastía Kim ha estado marcado además por un crecimiento sostenido y una mejora palpable de la situación económica, a pesar de las duras sanciones.