Por Ana Inés Reategui Vela
En la última década, el Perú vivió una bonanza económica que provocó que muchas empresas sean flexibles con sus egresos porque obtenían buenos resultados. Pero en un contexto de menor crecimiento económico, las organizaciones deben cambiar si no quieren obtener pérdidas. Necesitan revaluar sus costos y redimensionar sus operaciones.
La última década ha sido, sin duda, uno de los mejores periodos de la historia republicana peruana debido al crecimiento económico que experimentó el país. En este contexto, se crearon un gran número de empresas, las mismas que aprendieron a hacer negocios en un entorno favorable, en donde no se cuestiona en gran medida los egresos que se generan. Sin embargo, hoy que la economía crece a un menor ritmo, muchas de ellas han sido tomadas desprevenidas y su capacidad de reacción no es la adecuada para este nuevo panorama. Por ello, es momento de aprender a trabajar en otro contexto para afrontar de mejor manera el futuro.
Cuando los tiempos son buenos se suele gastar más de lo debido y, sobre todo, no se pone mucha atención a la estructura de costos de los productos y servicios. También, existe mucha flexibilidad con los gastos que generan las áreas de apoyo y no se tiene claramente identificados aquellos egresos realmente importantes para el desarrollo de las actividades organizacionales. Este desconocimiento hace que las empresas obtengan buenos resultados, aunque estos pudieron ser mejores.
En una economía que crece menos, es importante que las empresas hagan rápidamente una revaluación de sus costos para que puedan redimensionar sus operaciones. Resulta indispensable que los encargados de las compañías se tomen un tiempo para analizar su estructura de costos, identificar los fijos y variables, y conozcan cuáles son prescindibles y cuáles no. Solo un adecuado control de los egresos permitirá superar un mal momento.
Por otro lado, la conquista de los mercados y la constante innovación nos llevan a crecer, pero debemos tener presente que la innovación no solo permite la creación de nuevos productos, sino que también es indispensable en cada una de las áreas de la organización. Hoy que la competencia es cada vez mayor, también debemos innovar cambiando los procesos y haciéndolos más ágiles, mejorar nuestra tecnología e incorporar la capacitación como una herramienta eficaz para aumentar la productividad.
Toda la organización debe comprender que estas medidas apuntan a lograr la tan ansiada competitividad. La desaceleración en la economía es una oportunidad que sirve para responder las siguientes preguntas: ¿Puedo hacer este proceso de otra forma? ¿puedo hacerlo a un menor costo? ¿qué necesito cambiar para que me cueste menos?, entre otras. Seguramente, podremos encontrar siempre alguna forma de mejorar. Recordemos siempre que la generación de valor tiene dos caras, el incremento de los ingresos y el control o reducción de los costos unitarios de producción.
Si se llevan a cabo las recomendaciones planteadas, cuando regresen los mejores tiempos, seguramente habremos aprendido a conocer mejor a nuestra empresa, y podremos continuar mucho mejor que antes porque el margen podrá ser mayor, debido a: i) las mejores ventas que seguramente haremos en épocas de crecimiento y ii) porque el control de los costos será más fino y controlado.
Ana Reátegui Vela
Profesora del área de Finanzas, Contabilidad y Economía MA, ESAN, Perú. Diploma de Estudios Superiores Especializados en Comercio Internacional, DESS, Université Val de Marne, París, Francia. Economista, Universidad de Lima, Perú.
Profesora de la Maestría en Finanzas de ESAN