Exministra de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, Carmen Omonte, manifestó también que la principal demanda de la mujer peruana está enfocada en la igualdad de oportunidades

RCR, 11 de marzo 2019.- Los avances logrados por las mujeres en materia de sus principales derechos son muchos pero aún insuficientes, ya que persisten muchas brechas respecto a posición del varón, afirmó la exministra de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, Carmen Omonte.

”Las mujeres hemos logrado muchos avances desde hace pocas décadas. Pero estos avances no son suficientes. En mundo laboral, la brecha salarial (es evidente). Todavía las mujeres ganan el 20 % menos de lo que ganan los hombres por el mismo trabajo. El trabajo doméstico todavía lo tienen que seguir haciéndolo, sin que se vea como algo natural que el hombre comparta esta labor”, subrayó.  

En contexto, indicó que el tema de la violencia física y psicológica  a el problema fundamental por el que las mujeres están cada vez más unidas para enfrentarlo, a pesar de que desde el Estado y la sociedad se perciben retrocesos. 

“El que tengamos 19 mujeres asesinadas por sus parejas, en lo que va del año, es realmente dramático. Es algo que no podemos aceptar. ¿Qué estamos haciendo? Creo que todavía muy poco. Hay muchas causas. Por un lado, los patrones culturales. Poco a poco, y gracias al esfuerzo del movimiento de mujeres en todo el mundo, esta visión ha ido cambiando”, enfatizó.

En diálogo con el programa “Hora de Cambio” de Red de Comunicación Regional (RCR), Omonte  manifestó también que la principal demanda de la mujer peruana está enfocada en la igualdad de oportunidades.

“Las mujeres no queremos ninguna ventaja. Las mujeres lo que queremos es igualdad de oportunidades. Para que desde niñas puedan estudiar lo que quieran. Para que los padres eduquen a sus hijos e hijas de la misma manera. Es importante también que haya más mujeres en los espacios de poder”, puntualizó.

La exparlamentaria refirió igualmente que el acoso sexual es un tema diario y permanente que se ha dado siempre en el país, porque ahora se está siendo más visible.

“Desde niñas, las mujeres estábamos acostumbradas y resignadas a que se nos diga groserías, a que se nos meta la mano en la calle, a que en los centros laborales el jefe se atreva a proponerle  cosas (indecorosas). Y las mujeres, muchas veces, teníamos que callar, aceptar y tener vergüenza”, anotó.  

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