Fuente : Agencia Andina
Proyecto Mi Abrigo de Foncodes utiliza la tecnología del muro ‘trombe’ para concentrar el calor.
Este invierno es diferente para 1,365 familias de las comunidades altoandinas del departamento del Cuso, quienes viven en zonas ubicadas a más de 3,500 metros sobre el nivel del mar y soportan temperaturas mínimas extremas, Ellos ahora cuentan con viviendas térmicas acondicionadas que les permite enfrentar las heladas.
Así lo destacó el Fondo de Cooperación para el Desarrollo Social (Foncodes) que ejecuta el proyecto Mi Abrigo e implementó estas viviendas térmicas en localidades ubicadas en nueve provincias de la región Cusco.
Ahora, las familias de las provincias de Espinar, Quispicanchi, Acomayo, Canas, Calca, Canchis, Urubamba, Cusco y Paruro, especialmente niños, niñas y personas adultas mayores, tienen mejores condiciones de habitabilidad y mayor protección contra las heladas. En las llamadas ‘casitas calientes’, Foncodes ha invertido un total de 18.4 millones de soles.
En la región Cusco, el proyecto Mi Abrigo ha intervenido en dos etapas. La primera se desarrolló en el año 2017 en tres distritos de las provincias de Espinar y Quispicanchi, logrando atemperar 353 viviendas. La segunda etapa se cumplió en el año 2019, con el acondicionamiento de 1012 viviendas en 18 distritos de las provincias de Acomayo, Canas, Calca, Canchis, Urubamba, Cusco y Paruro.
“Durante este invierno, las familias habitan sus viviendas originales, pero en mejores condiciones que antes, luego que las casas han sido mejoradas completamente gracias al proyecto Mi Abrigo”, señala el jefe de la Unidad Territorial Foncodes Cusco, Pedro Ernesto Romero Urviola.
Se conserva el calor
Las ‘casitas calientes’ han sido acondicionadas con la tecnología de muro ‘trombe’, basada en el uso de láminas de policarbonato y tubos PVC. También cuentan con doble puerta y ventanas de madera, piso de madera machihembrada y cielo raso. Todo ello permite conservar el calor del día dentro de la vivienda para elevar la temperatura interior durante las noches y las madrugadas, cuando los termómetros registran marcas bajo los 0 grados centígrados. Además, las paredes están revestidas con yeso blanco y pintadas por dentro y por fuera, y reforzadas con geomalla biaxial para proteger la estructura ante posibles sismos.
El Estado, a través de Foncodes, invierte en cada ‘casita caliente’ 16,000 soles en promedio. Este monto es variable, ya que en las comunidades rurales las viviendas están dispersas, lo que implica mayor distancia para el traslado de cemento, calamina, madera, láminas y otros materiales, lo cual aumenta la inversión.
En las visitas de supervisión de las obras del proyecto Mi Abrigo se ha podido evidenciar la gran satisfacción de las personas usuarias. Ellos manifiestan que no solo están contentos por el confort térmico que les brinda el muro ‘trombe’, también por la comodidad y lo llamativas que ahora están sus viviendas. Sobre todo, sienten tranquilidad, porque ahora los niños, las niñas y las personas adultas mayores tienen protección ante las heladas, lo cual evita que sufran afecciones respiratorias.
Con las ‘casitas calientes’ las familias usuarias han mejorado su calidad de vida. Antes, sus pisos eran de tierra; las paredes, de adobe; y el techo, de calamina. Sus viviendas originales, en su mayoría, eran producto de la autoconstrucción y no brindaban seguridad técnica ni comodidad.
Esto dicen los usuarios
Durante sus visitas a las comunidades, se recoge el sentir de las familias usuarias. “En la comunidad de Hanchi Pacha, distrito de Pitumarca, provincia de Canchis, un usuario nos decía: ingeniero, ahora tendré que comprar una cama, cómo voy a seguir durmiendo en el suelo en una casa tan bonita”, indica el jefe de la Unidad Territorial Foncodes Cusco.
El funcionario refiere que, igualmente, en la comunidad de Tocsa Cota, en el distrito de Maranganí, también en Canchis, la gente le decía que era la primera vez que el Gobierno intervenía en esa zona de extrema pobreza que limita con la región Puno, y que ello había mejorado su calidad de vida.
“Lo manifestado por los pobladores nos permite reflexionar sobre nuestro rol. Es realmente satisfactorio saber que hemos podido aportar para generar valor público en bien de los pobladores de zonas extremadamente pobres”, refiere el representante de Foncodes.