Fuente: La República
Conmemoración. Hoy se cumplen 18 años del ataque más feroz en suelo estadounidense, en uno de los momentos más vergonzosos de la presidencia de Donald Trump. En la siguiente crónica, para La República, presenciamos un aniversario más de la demencia terrorista, que todavía causa dolor en el país del norte.
Existe en Washington DC un monumento recordatorio del que poco se habla cada 11 de setiembre. Es el Pentagon Memorial, una pequeña plazuela afuera del Pentágono, junto a la zona de estacionamiento, donde 184 bancas de metal simbolizan las víctimas que dejó la caída del vuelo 77 de American Airlines sobre uno de los lados del edificio. Es el único lugar donde está autorizada la toma de fotos de todo el complejo.
Aquí, como cada año, habrá una ceremonia solemne desde muy temprano y las cadenas de todo el país recordarán la coordinada insania terrorista que costó la vida de casi tres mil personas, hiriendo a más de 6 mil.
En Nueva York, donde el ataque a las Torres Gemelas se convirtió en una de las más grandes tragedias de la era contemporánea, los tributos se iniciarán a las 8:40 a.m., y por la noche culminarán con la proyección de haces de luz sobre la noche de Manhattan, apuntando al cielo.
Sin embargo, Estados Unidos recibe este 11 de setiembre de la misma forma contradictoria y convulsa de los últimos tres años. Quizá incluso más convulsa.
Una relación “tóxica”
El presidente Donald Trump es republicano por denominación, pero se halla distanciado del partido al cual representa. Allí donde el republicano de pura cepa George W. Bush presidiera durante los ataques de 2001 y fuera declarado el presidente de la unidad, desde dentro y fuera de su partido, se señala a Trump como el presidente que más divisiones ha causado en la población.
El Washington Post ha detectado que Trump ha dicho más de 10 mil mentiras hasta agosto de este año, unas 12 veces al día, y mantiene el conteo de sus mentiras y declaraciones tendenciosas en línea. Trump respondió a la cobertura poco favorable con una guerra feroz de insultos vía Twitter al diario y a su propietario Jeff Bezos, dueño además de Amazon.
La cadena CNN, otra receptora habitual de la furia del mandatario, fue señalada por este como “mala para el país”. En una relación de ida y vuelta, la definición de “tóxica”, Trump ha concedido entrevistas al New York Times para luego atacarlo con una retahíla y acusaciones que solo tienen eco entre su cerrada base de seguidores.
Los nuevos precandidatos presidenciales demócratas han sido bañados en insultos, apodos y libelos. La confrontación de Trump contra cuatro congresistas demócratas de origen multiétnico apodadas “el escuadrón” (The Squad) –Alexandria Ocasio-Cortez de Nueva York, Ilhan Omar de Minnesota, Ayanna Pressley de Massachusetts y Rashida Tlaib de Michigan– llegó a un nivel tal que el mes pasado Trump pidió al Gobierno israelí que negara el ingreso a Omar y Tlaib porque ambas “odian a Israel y al pueblo judío”. Pero Trump no ha estado ajeno a reveses.
Desde la señal mediática que más respaldo le brinda, Fox News, el presentador Neil Cavuto dijo, en cámaras y dirigiéndose al mandatario, que su trabajo no es ni alabarlo ni maltratarlo, solo reportar sobre sus acciones. “En primer lugar, señor presidente, nosotros no trabajamos para usted”, dijo Cavuto. “Yo no trabajo para usted”.
Los más recientes pleitos mediáticos de un presidente que aprovecha para atacar a toda hora a sus adversarios reales e imaginarios vía Twitter involucran al cantante John Legend y a su esposa supermodelo Chrissy Teigen, quien escribió con todas sus letras en un tuit “vaya pedazo de hue…”
Talibán Trump
Trump ya no es el “dueño de Nueva York”, ni el hijo predilecto de la ciudad, como gustaba presentarse durante los años en que se codeaba con celebridades, en que se decía demócrata, en donde el gigantesco apellido Trump era visto como una excentricidad más, pero no causaba rechazo. En Ciudad de Panamá, el Trump International Hotel & Tower, de 65 pisos, retiró en marzo del año pasado el apellido “Trump” de su nombre: las reservas habían caído desde el inicio de su presidencia. En Nueva York, cada visita del jefe del Estado es recibida con protestas.
Camino al 11 de setiembre de 2019, Trump recibe este aniversario en uno de sus momentos más vergonzosos: hace un par de semanas, con el huracán Dorian en camino, Trump se apuró en señalar que diversos estados serían impactados, incluyendo Alabama. La cuenta oficial en Twitter de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA) se apresuró a desmentir la información. Desde entonces, Trump ha intentado desmentir a su vez a su propia agencia científica, mostrando hasta un mapa con el añadido de Alabama dibujado con plumón. El New York Times reportaba este lunes que el secretario de Comercio, Wilbur Ross, había amenazado al personal del NOAA con despidos por contradecir al presidente.
Aun entrados ya en el tercer año de la presidencia Trump, nadie estaba preparado para el principal desatino: Trump reveló el fin de semana que había coordinado una reunión con representantes del propio talibán, el encarnizado enemigo de Estados Unidos en Afganistán, a conversaciones de paz en Camp David, la casa de campo presidencial en Maryland. El anuncio causó un enorme revuelo por diversos motivos: el más evidente, el de recibir de una manera hasta afectuosa a quienes se tiene por rivales que ni siquiera reconocen que Al-Qaeda fue responsable de los ataques de 2001.
La cita de Camp David fue abortada luego de que los talibanes atacaran de nuevo y mataran a un soldado estadounidense, pero el intento de imitar la legendaria cita orquestada por Jimmy Carter en 1978 –en el mismo Camp David–, en la cual Egipto e Israel acordaron la paz, ha sido criticado por la derecha e izquierda al unísono. Una crítica particular fue hacia el intento de Trump en crear un momento histórico a su favor, desoyendo asesores y especialistas para darle paso al personalismo que hizo posible su visita a Corea del Norte, que en motivos prácticos no ha tenido mayores efectos concretos.
Otro motivo de estupor es la facilidad con la que Trump difunde información clasificada en sus redes sociales; un informe del Times citó a un amargo miembro de inteligencia que cuestionaba el proceder del presidente. Hastiado de sus desencuentros en temas como Corea del Norte, Afganistán e Irán, uno de los más leales miembros del círculo de Trump, el secretario de seguridad nacional John Bolton, fue despedido la noche del lunes 9. Se espera que, como han hecho otros, escriba un libro pronto con más detalles sobre su tiempo en el cargo.
Entretanto, una petición en línea va por los 250 mil firmantes. Lo que piden es el cambio de la porción de la Quinta Avenida donde se encuentra la Trump Tower en Manhattan. La idea la tuvo Elizabeth Rowin, una ciudadana común y corriente que oyó la idea a un comediante y le pareció algo que ella misma podría hacer.
El nombre propuesto es Barack Obama Avenue.
El nuevo World Trade Center: 5 rascacielos y un museo
– Una sofisticada estación de paredes blancas y relieves con palabras conmemorativas da la bienvenida al visitante de la estación del metro World Trade Center. Una vez pasado el corredor de acceso, se asciende al interior de algo que no podría ser otra cosa: un centro comercial. Los interiores son futuristas y blancos también, con gigantescas pantallas digitales en las paredes, tiendas de lujo, patios de comida y un Apple Store.
– El nuevo World Trade Center es un complejo de 5 rascacielos, museo y el monumental homenaje permanente de dos piscinas cuadrangulares, representando los cimientos de las derribadas Torres Gemelas.
– La estructura más sobresaliente, One World Trade Center, tiene más de 400 metros de altura. La plazuela entre ambas conduce al 9/11 Memorial & Museum, donde se conservan restos de las torres, objetos de las víctimas, así como una reconstrucción multimedia. La entrada superior del centro comercial, a la entrada del museo, tiene gigantescas espinas metálicas cruzadas, semejantes al dorso de una monumental ballena de acero.