Fuente: Diario El País
Francia acoge el octavo Mundial femenino, el de mayor expectación de la historia por el crecimiento imparable de un deporte que batalla como nunca por derribar barreras
Dare to shine” es el eslogan que la FIFA ha elegido para este Mundial. ¡Atrévete a brillar! Suéltate, libérate de los prejuicios, toma riesgos, no tengas miedo a cometer errores, disfruta. Este viernes empieza en Francia el octavo Mundial de fútbol femenino con el duelo entre las anfitrionas y Corea (21.00, GolTV): el Mundial de la reivindicación, de la lucha por la igualdad de condiciones. Las chicas también juegan, las chicas —como dicen las internacionales alemanas— no tienen pelotas, pero saben cómo usarlas.
Ada Hegerberg, la actual Balón de Oro, ha decidido renunciar por discriminación. En 2017 anunció que no acudiría a esta cita si no se igualaban las condiciones con las que compite la selección masculina: dinero, infraestructuras, planificación, alojamiento, etcétera. Las estadounidenses, que encabezaron en 2015 la lucha para que el Mundial de Canadá se disputase sobre césped natural —algo que finalmente no ocurrió—, reclaman ahora a través de una demanda colectiva presentada en un juzgado de Los Ángeles que su federación deje de discriminarlas. Les pagan menos que a los hombres a pesar de que el equipo femenino ha generado más beneficios, ha jugado y ganado más partidos y campeonatos [tres veces campeonas del mundo] y ha movido más audiencia.
Las alemanas, ocho veces campeonas de Europa y una del Mundial, cuentan en un vídeo que por su primer título recibieron un juego de café. Dicen que juegan por un país que ni siquiera se sabe sus nombres y que desde que empezaron con el fútbol tuvieron que luchar no solo contra las rivales, sino también contra prejuicios como que las mujeres son para tener bebés y hacer la colada.Las españolas luchan por ser consideradas deportistas de élite y por tener un convenio —el 35% de las futbolistas de Primera tiene un contrato laboral de 10 horas—. Las argentinas consideran un logro poder jugar con camisetas de mujer. Las italianas han conseguido clasificarse para el torneo, cosa que no hicieron sus colegas masculinos en el último Mundial de Rusia y todavía tienen que aguantar comentarios como el de Fulvio Collovati, campeón del mundo en 1982, que dice que cuando escucha a una mujer hablar de táctica se le revuelve el estómago. El fútbol sudafricano es de los pocos que presume de medidas igualitarias. Su equipo femenino, debutante en Francia, recibirá los mismos premios por objetivos que el masculino.
“Este último año hemos dado un paso adelante [en el Wanda se batió el récord internacional de asistencia en un duelo de clubes con 60.739 espectadores en un Atlético-Barcelona]. Esperemos que este Mundial sea otro punto más de inflexión. Queremos que el fútbol femenino llegue a todas las casas y que enganchemos definitivamente a la gente”, expresaba el miércoles Silvia Meseguer, faro del centro del campo de España. La selección disputa en Francia su segundo Mundial. Ha pasado de recibir una taza de regalo a un coche, de no disputar amistosos preparatorios a enfrentarse a las mayores potencias mundiales; de no tener analista de los rivales a contar con un equipo entero y viajar con psicólogo.
Reconocen las jugadoras que físicamente están por debajo de las potencias mundiales (Estados Unidos, Alemania, Francia, Inglaterra), pero que poco a poco se van acercando. En Canadá no pasaron de la primera fase; aquel Mundial será recordado como el de la rebelión contra los métodos antiguos y machistas de Nacho Quereda, que terminó dimitiendo. España no ha parado de cosechar éxitos en las inferiores, donde el físico está más igualado y prima la calidad. En este Mundial el objetivo es llegar a octavos.
En Francia se estrenará el VAR, pero las selecciones no podrán entrenarse en el estadio del partido el día antes. Está prevista una simple “familiarización” del terreno de juego. El Mundial se emitirá en 135 países y alcanzará a un millón de personas. La FIFA ha aportado 50 millones de dólares (44,3 millones de euros) en este Mundial: ha repartido 10.208.000 a las federaciones para la organización de amistosos y la construcción y mejora de las instalaciones. Además, y por primera vez, compensará a los clubes por la cesión de jugadoras (7,5 millones). Francia ha invertido 70 millones. En el torneo masculino de Rusia 2018 el gasto se elevó a unos 2.000. Es la hora de las mujeres. En Francia: fútbol y mucho más en juego.