Fuente: Andina
El Papa Francisco reveló este jueves una legislación más estricta que obliga a los clérigos y religiosos a denunciar a la Iglesia cualquier sospecha de agresión sexual o acoso, así como la implicación de la jerarquía católica en estos hechos.
Todas las diócesis del mundo deberán tener un sistema que sea accesible al público para presentar informes sobre las denuncias de potenciales casos de abusos sexuales, los cuales serán examinados en un plazo de 90 días.
Estas decisiones fueron tomadas en un «motu proprio», una carta emitida directamente por el papa, que modifica la legislación interna de la Iglesia.
No obstante el Papa Francisco deseó que «el secreto confesional siga siendo absoluto e inviolable», lo que excluye una denuncia de hechos de este tipo si fueron conocidos durante el rito de la confesión.
En la introducción de esta carta apostólica titulada «Ustedes son la luz del mundo», el Papa Francisco subrayó que «los crímenes de abuso sexual ofenden a Nuestro Señor, causan daños físicos, psicológicos y espirituales a las víctimas y dañan a la comunidad de los fieles».
«Es bueno que se adopten a nivel universal procedimientos dirigidos a prevenir y combatir estos crímenes que traicionan la confianza de los fieles», agregó el sumo pontífice.
«Para que estos casos, en todas sus formas, no ocurran más, es necesaria una conversión continua y profunda de los corazones, atestiguada por acciones concretas y eficaces que involucren a todos en la Iglesia», comentó el Papa.
Pornografía infantil
El texto condena toda forma de violencia sexual, particularmente contra los niños y los adultos vulnerables. Esta obligación también incluye cualquier caso de violencia contra las religiosas por parte de clérigos, así como el caso de acoso a seminaristas o novicios mayores de edad.
Recuerda que está prohibido producir, poseer y distribuir por vía informática «material de pornografía infantil».
La jerarquía de la Iglesia es también condenable en casos de encubrimiento, consistente en «acciones u omisiones destinadas a interferir o evadir investigaciones civiles o investigaciones canónicas, administrativas o penales, contra un clérigo o religioso en relación con los delitos» de abuso sexual, especificó la carta del Papa.
Entre las novedades previstas se encuentra la obligación para todas las diócesis del mundo de contar para junio de 2020 con «uno o más sistemas estables y fácilmente accesibles al público para presentar informes» sobre los abusos sexuales cometidos por clérigos y religiosos, el uso de pornografía infantil y la cobertura de los mismos abusos, precisó el texto.
Este tipo de sistemas ya existen en algunos países como Estados Unidos, pero el Papa convierte esta iniciativa en obligatoria en el mundo entero. Aunque sigue sin quedar claro el formato de estos sistemas de información implementados por las iglesias locales y deberán proteger a los denunciantes de represalias.
Hasta ahora los clérigos, religiosos y religiosas denunciaban los casos de violencia en función de su consciencia personal.
La gran novedad del texto es que el papa convierte en algo obligatorio para el conjunto de la Iglesia la denuncia de abuso sexual «tan pronto como sea posible» por parte de sacerdotes y religiosos y religiosas. Además se alienta a los laicos que trabajan para la Iglesia a reportar casos de abuso y acoso.
Cuando las sospechas se refieren a personas en una posición jerárquica, como cardenales u obispos, el informe se puede enviar directamente a la Santa Sedeo, por ejemplo, a un arzobispo metropolitano que supervisa a los obispos de una provincia.
La legislación de la Iglesia todavía no cuenta con ninguna obligación de informar a las autoridades judiciales del país, a menos que las leyes del país lo hagan obligatorio. En Italia, por ejemplo, el clero no tiene obligación de denunciar los abusos sexuales a la justicia.
El motu proprio, que detalla las reglas para la realización de investigaciones, tampoco modifica las sentencias ya previstas por la legislación de la Iglesia.
En febrero, el Papa Francisco pidió medidas «concretas y efectivas» al comienzo de una cumbre sin precedentes en el Vaticano para combatir el abuso sexual de menores por parte de miembros del clero, en respuesta a las víctimas que pedían medidas contundentes en esta materia.