El centro democrático es una deseable quimera, más en Perú donde la política está vacía de contenido y repleta de advenedizos, aventureros, mercantilistas, corruptos y delincuentes que utilizan partidos como vientres de alquiler, clubes electorales y organizaciones criminales para traficar sus intereses particulares o de grupo como intereses comunes y nacionales y; llegar al poder y gobierno para saciar sus granjerías y prebendas. Sin ideologías, idearios y programas, la política vacía, degradada, sólo es un vehículo de selección de autoridades y representantes; el contenido ha desaparecido y no sabemos quiénes son conservadores, liberales, socialistas, socialdemócratas, socialcristianos, comunistas, solo existen insultos y agresiones para diferenciarse de otros sin saber que se afirma o defiende. Postular un centro democrático es afán constructivo y de recuperación política y, por ello, una deseable quimera.
La imagen política de una línea recta que mide derecha e izquierda desde un centro equidistante es figurativamente útil pero conceptualmente inútil, la realidad ha desbordado ese simplismo, más en Perú donde nuestros partidos, líderes y autoridades deambulan y traspasan de un lado a otro sin claridad, rubor y compromiso alguno. El fujimorismo para distanciarse de sus competidores de la extrema derecha y ganar espacio en otros sectores se ha postulado al centro de los extremos y Renovación Popular acaba de señalar que es un partido de centro izquierda; son declaraciones sin contenido. Construir una propuesta de centro democrático debe ser producto de una convicción y no de una ubicación residual a la que se llega por descarte de los polos, extremismos o radicalismos; debe ser muy fuerte, para enfrentar a la “multiplicidad de polos” que jalonearán y atropellarán desde sus posiciones. Nuestro Perú necesita un centro democrático serio y fuerte.
El centro democrático debe permitirnos crear un mercado sólido sin mercantilistas ni corruptos que produzca riqueza y crecimiento económico sostenible y; simultáneamente, establecer una institucionalidad que propicie la justicia y equidad social. Necesitamos más mercado y más estado. No puede haber crecimiento económico sin derechos, más riqueza sin desarrollo humano y nacional. Necesitamos crecimiento, riqueza y desarrollo económico con derechos y servicios, empleo decente y desarrollo humano y nacional. La “economía social de mercado” no puede ser sólo una declamación constitucional carente de sustento y contenido, utilizada por mercantilistas y cleptócratas que succionan al estado solo en provecho propio.
El crecimiento económico con justicia y equidad social, el desarrollo económico con desarrollo humano y nacional tiene que hacerse en democracia y fortaleciendo el estado de derecho. El autoritarismo y las dictaduras son sistemas políticos contra de la vida y los derechos de las personas. Postular un centro democrático es postular una democracia fuerte también. Quienes sacrifican la democracia en beneficio del crecimiento económico, se entusiasman con autoritarismos y dictaduras, craso error, duran poco, en Perú bordean los 10 años y nos retornan a punto cero. Absurdo es también sacrificar el crecimiento económico en aras de una democracia ficticia repleta de hambre, pobreza, desempleo y sin justicia social. El centro debe hacerse en democracia, el centro democrático debe ser muy fuerte.
El centro democrático debe ser también sostenible e integrador, en mejora de los ciudadanos y del país, con altas y bajas, pero sostenible; debe propiciar la responsabilidad y cuidado ambiental, respeto y reconocimiento a la multiculturalidad y responsabilidad social con las minorías, pueblos y comunidades diferentes. Construir una propuesta de centro democrático requiere, a priori, un reconocimiento del otro y un reconocimiento del cuidado y protección de nuestro medio ambiente. El racismo, etnocentrismo, antropocentrismo, discriminación e intolerancia son ajenas a la construcción de una sociedad diferente pensada en el crecimiento conjunto para sacar a flote nuestro Perú.
El centro democrático debe ser moderno e innovador, el Perú requiere más y mejor mercado, más y mejor estado; la globalización y las nuevas tecnologías deben ser la gran oportunidad de integrarnos al mundo sin perder esa riqueza natural y pluricultural muy nuestra; el mundo global nos exige modernización e integración sin descuidar los derechos ciudadanos; el estado no puede ser la maquinaria burocrática o tecnocrática que traba todo ni el mercado esa puerta abierta para el abuso, el mercantilismo y explotación.
Antony Giddens, postuló en los 90 la tercera vía, como una alternativa de renovación de la socialdemocracia para hacer frente al avance del neoliberalismo en el reino unido y Europa; era una renovación y modernización ideológica y gubernamental de la socialdemocracia integrando postulados del liberalismo; entre la socialdemocracia clásica y los conservadores liberales era una tercera vía que algunos denominaron “socioliberalismo”. Esta tercera vía es diferente al tercer camino o tercerismo surgido en Alemania de la post guerra y desarrollado durante la guerra fría como el camino alterno entre el liberalismo del oeste y el socialismo del este, entre el modelo capitalista de los EEUU y el modelo socialista de la URSS; estaba marcado por la reconstrucción alemana y la lucha ideológica; terminó fortaleciendo a la socialdemocracia, al socialcristianismo y aportando el concepto de “economía social de mercado” propuesto por Alfred Müller Armack (Willi Noack,1989).
El centro democrático peruano no es ni tercera vía, ni tercer camino, no podría, no somos país bipartidista ni tripartidista, históricamente somos un país multipartidista que en las últimas décadas ha devenido en un sistema de dispersión y diversificación electoral más que de ideología partidaria. Cuando la política fue copada por el interés privado como su motor, ha mutado sus partidos ya desideologizados a clubes electorales, vientres de alquiler y hasta organizaciones criminales. En el Perú, dentro de la dispersión, fragmentación y multi polarización, se impone construir un centro democrático con contenido y propuesta propias; ajeno a los mercantilistas, corruptos y delincuentes que están en todo lado. Pasa por reconstruir la política recuperando su sentido del bien común, general, público y nacional en lugar del propio, particular, privado y personal; el centro democrático más que un punto equidistante de polos y extremismos es un eje concéntrico dentro de un haz de posiciones más que de postulaciones; un eje muy fuerte, expuesto al asedio, tirón y critica de todo y todos, que, al mismo tiempo impulsa el desarrollo nacional. Un centro democrático que debería reconstruir la política como arte de gobernar el interés nacional para el Perú.Nuestra crisis es larga, grande y profunda, es el colapso de nuestro estado respecto del país, urgen salidas largas, grandes y profundas también, una de ellas, es la oportunidad de construir, un pragmático centro democrático orientado a tener un mejor Perú, desarrollado y equitativo, libre y justo, en democracia.