Como bien sabemos, todos los ministros reclaman al del Sector Economía y Finanzas más y más recursos, a fin de atender los programas a su cargo, más cuanta cosa se les ocurre en el camino, no todas por cierto inconvenientes. A ello también se suman las pretensiones presupuestales de los otros poderes del Estado y de cuanto organismo público existe, sean o no autónomos.
Muchos de los que reclaman o no conocen o lo olvidaron, que no se pueden invertir ni gastar recursos que no se tienen, por lo cual el Presupuesto General de la República tiene que estar perfectamente balanceado, esto es que los egresos no pueden ser mayores que los ingresos, estos últimos consistentes en la recaudación tributaria más los empréstitos y, algunas veces la cooperación financiera internacional, para lo cual el Perú y otros países de ingresos medios, dejaron de calificar.
El ministro de Economía y Finanzas recibe ataques desde varios flancos, todos pidiendo recursos, unos son sus colegas de gabinete y otros son los parlamentarios, por lo que con buen criterio para la Constitución de 1979 el gran constituyente Roberto Ramírez del Villar planteó la tesis de que los parlamentarios no tuviesen iniciativa de gasto.
Según los viejos políticos, aún no desmemoriados, recuerdan que ante de la dación de la Constitución del 79, cuando en el Parlamento se discutía la Ley Anual del Presupuesto General de la República, se estaba frente a un festival de gasto. La gran mayoría pedían recursos mayores para sus provincias y hacían incorporar la obligación de hacer tales o cuales obras. Lo real es que no podía alcanzar para todo, por lo que fue aceptada la lúcida propuesta de Ramírez del Villar.
En la Constitución de 1993 también se tuvo el tino de repetir la no permisibilidad a los parlamentarios de proponer gastos, ellos venían solamente desde el proyecto presupuestal del Ejecutivo. Sin embargo se daban maña para que durante la preparación del dictamen de la ley presupuestal y, detrás de bambalinas, negociasen algunas obras y mayores gastos con el titular del MEF. Por supuesto, esta “negociación” a hurtadillas era menos nefasta y onerosa que la iniciativa frontal de gasto.
Recientemente el Ministro de Economía y Finanzas ha estado quejándose en medios, de que desde el Congreso se aprueban o se pretenden aprobar proyectos de ley que hacen añicos el presupuesto, no solo por la carencia de recursos suficientes sino también por el populismo que muchas veces encierran las irresponsables propuestas.
La justa queja del jefe del MEF, podríamos decir que es algo tuerta, pues solo ha mirado hacia la Plaza Bolívar en que está el Congreso, pero ha omitido mirar a la Plaza de Armas en que está Palacio de Gobierno, cuyos representantes con ánimo también populista, hacen “puré” del erario nacional y de los ingresos presupuestales, incluso hasta con nombramientos en la empleocracia pública con remuneraciones altísimas en relación con la impericia de los nombrados.
Ya es hora que dejen de flagelar al inquilino del MEF.