Desde el Ministerio de Economía y Finanzas, su titular ha preparado un programa con el objetivo de lograr la reactivación económica del Perú, al que ha llamado “IMPULSO PERÚ”.
Ciertamente la preparación del plan viene desde antes que el actual ministro asumiera el Sector, en que tiene solo algo más de un mes, lo que nos lleva a pensar que es el resultado de trabajos que ya venían desarrollándose, lo que nos parece muy bien pues demuestra continuidad en un tema tan importante como es la economía del país, sus finanzas, la hacienda pública y la promoción de inversiones. Esta coherencia no se nota en otros sectores que ya parecen saltimbanquis.
No creemos que nadie con dos dedos de frente no reconozca que se trata de una buena iniciativa, en general con buenos propósitos por cierto, aunque en algunos de sus componentes podamos tener observaciones e incluso sugerencias.
Es preciso tener en cuenta que la crisis que vive el Perú, no se debe edulcorarla con expresiones menos graves como “desaceleración” y que tiene como origen factores externos como también internos.
Entre los factores externos tenemos la pandemia del COVID 19 que ha afectado a todo el mundo, generando desequilibrios económicos, a lo que se suma el conflicto armado, más claro, la guerra entre Rusia y Ucrania que tiene diversidad de efectos en el globo. Sin embargo, son los factores internos los más graves en que destaca sin duda alguna, la falta de confianza del sector inversor y empresarial, quien mueve la economía de los países.
En el actual gobierno, que penosamente parece “desgobierno”, la desconfianza tiene varias caras. Por un lado la insistencia en un cambio constitucional integral, desconociendo que el capítulo económico de nuestra Constitución ha sido generador de inversiones que se traducen en mayor demanda laboral, en mejores condiciones de vida y reducción de la pobreza. Por otro lado, el discurso de los ministros del régimen y de sus parlamentarios aliados, que están aliados con otras visiones de país, como son entre otros, Bolivia, Cuba, Nicaragua y Venezuela, que no se caracterizan precisamente por ser desarrollistas.
A lo anterior se agrega la impericia en la conducción de la mayoría de los sectores, que se agrava con por lo menos sospechas de corrupción, para no ser más duros en la expresión.
No podemos olvidar que, si bien en el manejo económico hay elementos objetivos, también los hay subjetivos y sobre todo emotivos, en que como ya hemos señalado, la confianza es determinante. Sin confianza no hay inversión y los capitales huyen adonde son mejor tratados.
}Si queremos impulso, no basta destrabar proyectos de inversión, tanto públicos como privados. Lo principal es cuidar que no exista inflación, cuidar también la caja fiscal a fin de no hacer un carnaval de subvenciones, pero sobre todo una reorientación del comportamiento político del actual régimen. Por más medidas que se tomen en el MEF, no serán suficientes si es que no hay un comportamiento gubernamental conveniente.