Desde hace casi dos siglos, cuando se observa algún acto descortés o de carencia de urbanidad, de inmediato salta a la mente, cuando no al verbo, “DEBEN LEER A CARREÑO”.
Las últimas generaciones se preguntarán ¿quién es Carreño”. El venezolano Manuel Antonio Carreño, cuando aún no habían ingresado a la política de su país patanes como vemos asiduamente, escribió el “Manual de Urbanidad y Buenas Maneras” que data de 1853, el que ha sido reeditado y actualizado en innumerables ocasiones y que pese a su longeva existencia sigue vigente.
Dicho manual contiene las reglas de conducta y comportamiento que las personas deberían cumplir en las diferentes facetas de la vida diaria, en el ánimo de mantener buenas relaciones con los demás, o por lo menos que ellas reflejen haber recibido una buena educación y hayan sido aprovechados.
Lo antes expuesto viene al caso, debido a que como es tradicional, en uno de los días en que festejamos a la patria, se realiza en el hipódromo capitalino el “Clásico Independencia”, en que sea el presidente de la República o algún representante de aquel, entrega el correspondiente trofeo al stud al que pertenece el caballo o la yegua ganadora. Usualmente se invita a congresistas, ministros y diversas otras altas autoridades del país y de la ciudad e igualmente al cuerpo diplomático.
En el presente año y al ser el presidente del Jockey Club del Perú, uno de los parlamentarios, invitó a muchos de sus colegas, algunos de los cuales concurrieron al evento y departieron con los demás invitados, entre ellos la vicepresidenta de la República y a la vez ministra de Estado.
De inmediato se levantaron voces altisonantes llamando la atención a los parlamentarios de oposición, por haber concurrido al hipódromo o por haber conversado amablemente con los demás invitados, como la señora vicepresidenta.
Por supuesto que entre unos y otros existen posiciones políticas encontradas, adversas, e incluso la vicepresidenta viene siendo objeto de antejuicio en el Parlamento Nacional, pero ello no tiene porque afectar las buenas maneras y la urbanidad de unos y otros.
El día anterior al evento hípico, quien ejerce la jefatura de la Nación, concurrió al hemiciclo del Congreso a cumplir con su obligación de leer su mensaje anual, lo que conlleva la obligación de los parlamentarios de escucharlo. Lamentablemente el comportamiento de muchos congresistas no fue el mejor. Las divergencias políticas existentes y las graves acusaciones que se han presentado contra el presidente de la República, las que tienen que ser procesadas no pueden ser inhibitorias del respetuoso trato a quien por ahora personifica a la Nación, nos guste o no.
Viejo aforismo dice que “respetos guardan respetos”, a lo que se podría añadir otro igualmente sabio: “lo cortés no quita lo valiente”. Si se reclama a los poderes Ejecutivo y Legislativo concertar las políticas de Estado y también se requiere dialogar para aprobar la legislación, las cuestionables actitudes no facilitan dichos objetivos.