Si alguien pensó que la cuestión de confianza al gabinete Bellido es una tregua al gobierno se equivocó. Al congreso no le quedó otra porque la negación de confianza lo hubiera colocado en un empate técnico con el ejecutivo y en el vilo de su disolución. La derecha y el congreso no tiene en mente vacar a Pedro Castillo, sino algo peor que eso: demolerlo hasta que caiga solo.  

Las élites de poder no se resignan ni se resignarán a perder el control del poder y harán todo lo necesario para sabotear al gobierno de Castillo. Y ello no debe sorprendernos porque así lo hicieron con todos los gobiernos que se atrevieron a hacer algunas reformas a favor de los más pobres como José Luis Bustamante y Rivero, Fernando Belaunde Terry, en su primer periodo, el gobierno militar de Juan Velazco Alvarado, que luego, como todos sabemos, fueron derrocados.

La operación demolición no tiene límites, para ello cuenta con todos los medios de comunicación, con casi todas las encuestadoras (incluidos analistas políticos) y el congreso a su servicio como hasta ahora viene sucediendo. Su objetivo es demostrar que Castillo y toda la izquierda no tiene capacidad de gobierno de manera que la operación sabotaje viene incluida con la cuestión de confianza. El próximo paso es la censura a ministro por ministro hasta que caiga el mismo Presidente del Consejo de Ministro a quién el Congreso le otorgó abrumadoramente la cuestión de confianza.

Si los dos congresos anteriores fueron obstruccionistas este será peor, pero con un poco más de experiencia, y con más cuidado de que los disuelvan, no porque sean más inteligentes, sino por el temor a perder la paga de cinco años casi completos sin reelección a la vista. La votación 73 a favor con 50 en contra no refleja una confianza excesiva del Congreso, sino miedo al error de cálculo de perder una bala y ponerse al vilo de la disolución.  Por consiguiente, al Gabinete Bellido no debe tomar esto como un triunfo sino como una muestra de los congresistas a no arriesgar nada que signifique poner en riesgo su curul.

El miedo a perder el curul de los congresistas nos lleva a pensar que tampoco tienen en mente a vacar a Pedro Castillo y a Dina Baluarte, no porque no quisieran, sino porque se irían junto con ellos y se tendrían que convocar a nuevas elecciones generales en la que no podrían participar porque no hay reelección para ellos por lo menos hasta el año 2026.  Este y no otra cosa es la principal razón por la cual la oposición no podría juntar los 87 votos para vacar a Castillo. ¿Se entiende ahora porque el plan de la derecha es demoler al gobierno en lugar de tomar el camino más fácil de la vacancia?

Si lo que busca Castillo es tener tranquilidad para gobernar, sabiendo que la derecha quiere demoler su gobierno poco a poco, lo que tiene que hacer es dejar de cometer errores y evitar que Cerrón se siga ufanado que es él el que gobierna y toma las decisiones. Un primer paso es revisar su cartera ministerial y darle de baja a más de un ministro que no merece estar en el gabinete por una justa razón.  No esperar la arremetida de la oposición, con razón o no, para que termine trasladando su desgaste el gobierno. Que se desgasten solos y no por motivos que vengan del gobierno debería ser la consigna. 

Cada vez es más claro que Cerrón se esfuerza por ufanarse del poder que no tiene, y para ello utiliza a los medios de comunicación a su regalada gana. Todos han contribuido a crear un monstruo mediático que ahora tiene su propio juego político, y cuya palabra pesa más que la del mismo presidente.  Claro está, para sus propios fines.