Fuente: BBC Mundo
Se llama Ixachi-I y en él están puestas las esperanzas para terminar con la larga decadencia del petróleo mexicano.
Después de casi 14 años consecutivos de caída de la producción, la excavación de este pozo en la zona de Cosamaloapan, en el estado de Veracruz, permitió descubrir una bolsa de hasta 1.500 millones de barriles de crudo.
Según Antonio de la Cruz, analista del centro de estudios Interamerican Trends de Washington, «el hallazgo puede hacer que México regrese al mapa mundial del petróleo».
Cuando el presidente Enrique Peña Nieto lo anunció el pasado mes de noviembre, se refirió a él como «el más importante realizado en campos terrestres en los últimos 15 años» por Pemex, la empresa petrolera estatal.
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Los expertos calculan que podría aportar entre 200.000 y 500.000 barriles diarios a una producción de crudo mexicana que, tras años de vacas flacas, apenas alcanza a los 2 millones.
En su época de apogeo en 2004, México llegó a producir el doble.
Derechos de autor de la imagenAFPImage captionLos expertos señalan que Pemex no tenía capacidades técnicas para explotar todo el crudo de México.
Sin embargo, David Shields, analista y director de la revista Energía a Debate de México, matiza las optimistas previsiones de los organismos oficiales y otros expertos.
«No tenemos ninguna certeza de producción hasta que no se perforen más pozos que den una idea exacta del tamaño del yacimiento».
Shields recuerda los precedentes de los yacimientos de Lakach, en la época de Felipe Calderón, y de Lankahuasa, cuando Vicente Fox era presidente, que fueron anunciados por las autoridades pero nunca alcanzaron las expectativas de producción.
De la Cruz cree que Ixachi-I podría empezar a producir a finales de este año o comienzos de 2019 y en cuatro o cinco años aportar en torno a un 10% del total de la producción de México.
Una de sus ventajas estriba en que, al estar en tierra, las dificultades y los costes de su extracción disminuyen.
Además, la región en la que se ubica y los sondeos previos indican que el petróleo que alberga es ligero, lo que abarata el proceso de refinado y la comercialización en forma de gasolina.
La «Faja de oro»
Ixachi se ubica además en la zona conocida como «Faja de oro», donde a principios del siglo XX se instalaron las primeras explotaciones petrolíferas del país.
Allí hay numerosas infraestructuras que permiten que el transporte y la distribución sean menos costosos.
Esto es crucial, ya que, incluso en un contexto de contención de los precios del crudo como el actual, los márgenes de rentabilidad aseguran la viabilidad de los US$35.000 millones que, según los cálculos de los expertos, se requerirán para poner en marcha Ixachi.
Cuando esté operativo, debería ayudar al sector energético mexicano a superar el golpe que supuso el abandono del complejo aguas adentro de Cantarell, fundamental para el país y que se malogró hace años por la falta de recursos técnicos y financieros.
«México no ha tenido desde Cantarell un descubrimiento de esta naturaleza y magnitud», dice De la Cruz.
A las expectativas de Ixachi se suman las de otros yacimientos descubiertos este año y explotación también se espera a corto plazo, los de Amoca y Zama, en aguas del Golfo de México.
Igualmente, se prevé que la apertura a las inversiones extranjeras permita paulatinamente recuperar el tono a la industria del petróleo en México.
La medida provocó protestas en las calles de movimientos sociales que consideraban que entregaba los recursos naturales de México al capital extranjero.
De la Cruz explica que, tras la reforma en este sentido impulsada por Peña Nieto, «podrán explotarse campos para los que Pemex no tenía capacidad».
Las licitaciones llevadas a cabo este año han sido, según Shields, «un éxito» y se ha constatado el interés de las compañías energéticas internacionales.
La anglo-holandesa Shell se adjudicó la última licitación de la explotación de los recursos petrolíferos mexicanos en el Golfo.
Shields evita, no obstante, echar las campanas al vuelo: «Ya hemos tocado fondo, pero la reactivación va a ser lenta y gradual».
México es el tercer productor de petróleo de Latinoamérica.
Su posición en este estratégico mercado global se ha deteriorado tras tantos años de descenso de sus capacidades.
Y se enfrenta a un panorama exigente y cambiante.
«Ahora la tendencia la marca el petróleo no convencional obtenido por «fracking» en Estados Unidos, y México apenas ha empezado a pensar en eso», señala Shields.
Según De la Cruz, «la presión es máxima » en el sector porque nadie puede vaticinar el papel que tendrán los combustibles fósiles en el mundo del futuro.
«En el horizonte está la aplicación del acuerdo de París contra el cambio climático y el desarrollo de las energías alternativas».
«Las explotaciones en Estados Unidos se están planificando a 6 años vista, porque más allá de ese plazo no hay garantías».
Por eso, «se están haciendo todos los esfuerzos para que Ixachi empiece a producir cuanto antes».