Demasiado rápido se terminaron los festejos por Fiestas Patrias y el Bicentenario…seguramente que a muchos, sobre todo en el Gobierno, les hubiera gustado que las fiestas siguieran varios días o semanas para tener un poco más de tiempo para definir mejor las prioridades, el plan de corto plazo, las relaciones políticas; para ordenar rápidamente las ingentes expectativas populares que se han generado en la campaña y que se deben transformar en objetivos de corto plazo antes de que las propias expectativas se transformen ellas en demandas difíciles de cumplir.
Algunos ministros quizás tienen, quizás, algo más de tiempo para asumir sus funciones, pero hay otros que por su gran responsabilidad tienen que definirse y asentar su gestión sin esperar un solo día, entre ellos los nuevos ministros Bellido, Francke y Bejar.
El Primer Ministro Guido Bellido ha jurado cumplir la Constitución vigente y ha enviado un comunicado en el que defiende el Plan del Bicentenario que aprobó el Presidente Pedro Castillo una vez ganadas las elecciones, debe intentar rebajar las críticas que ha suscitado su nombramiento. Junto con cuestiones personales como no dejar duda alguna sobre su condena al terrorismo y su cercanía a personajes poco democráticos, Bellido tiene que unificar al conjunto del gabinete ministerial en el que, como todos los analistas coinciden, hay de todo y está formado por personas que recién se han conocido, buscando asegurar objetivos comunes, prácticas comunes y una coherencia del conjunto como corresponde a todo Gobierno nacional, y debe, también rápidamente, definir la relación entre el Ejecutivo y el Congreso de la República.
Pocos días tiene también Pedro Francke no tanto para asumir el Ministerio de Economía como para generar la confianza que los empresarios grandes y chicos están pidiendo así como a la población que ve cómo han subido los precios de los artículos de primera necesidad, de los servicios básicos como el agua y la luz, sin dejar de lado la caída del sol y la huida de miles de millones de dólares que, según se informa, han salido del Perú en el último mes. Se supone que la última y definitiva conversación que tuvo con el Presidente antes de aceptar el cargo le da el tiempo necesario para lograr este objetivo de generar confianza para todos los peruanos.
Un tercer ministro al que se le va a exigir definiciones a corto plazo es Hèctor Bèjar encargado, aún antes de juramentar su cargo, de las relaciones internacionales y del rol del Perú, como Estado y como Nación, en un mundo globalizado donde las alianzas entre países son fundamentales, aspectos que, como siempre en el Perú, se han dejado de lado en el último debate electoral, en las propuestas de partidos y candidatos y en los medios de comunicación, con muy pocas excepciones. El cuerpo diplomático latinoamericano se pregunta cómo va a tratar con los aliados tradicionales del Perú, especialmente con los países vecinos cuyos presidentes, todos, acudieron a la toma de mando presidencial y no entienden un maltrato al Presidente Duque de la amiga y necesaria Colombia, país con el que Perú tiene infinidad de objetivos y compromisos comunes que van más allá de lo que ocurre en la amiga Venezuela. Lo mismo se preguntan los invitados de la Comunidad Europea y presentes en Lima, otro grupo de países permanentemente unidos al Perú, al haber dejado mal al único Jefe de Estado europeo que aceptó la invitación de venir al Perú, el Rey Felipe de España, quien se reunió con el Presidente y con Hèctor Béjar en un ambiente agradable, de acuerdo al término utilizado por la Presidencia de la República, donde se analizaron las buenas relaciones entre los dos países y los múltiples aspectos culturales e históricos que unen a Perú y a España, maltrato incorrecto y absolutamente innecesario en pleno Siglo XXI.
Son tres personas que asumen estos importantes cargos con el ánimo de servir a todos los peruanos y, de manera especial, por encargo del Presidente Castillo, atender a los más pobres y olvidados. Deseamos sinceramente que se transformen en tres columnas seguras del nuevo Gobierno para hacer avanzar en democracia y en desarrollo al conjunto de la sociedad peruana al inicio del tercer centenario.