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Una mirada estratégica para el agro peruano

Por Ana Inés Reategui Vela

Uno de los desafíos más importantes es fortalecer el agro en el Perú. No es fácil, pero ya se han dado los primeros pasos, que son los más difíciles. Por esta razón, debemos continuar por la senda trazada.

El sector agricultura ha venido experimentando un significativo crecimiento en los últimos años. Si bien su importancia relativa respecto a sectores como el comercial o el minero es aún pequeña, sus perspectivas son buenas.

Hemos sido testigos en los últimos años del florecimiento (literalmente) de proyectos como Chavimochic o las pampas de Ica, Piura, etc. A estas zonas se unirán pronto proyectos como Olmos y Majes, que conjuntamente superarán las 70,000 hectáreas de nuevas tierras incorporadas a la agricultura.

Estos proyectos tienen además la ventaja de ir acompañados de fuentes de agua aseguradas, mediante sistemas de represamiento y distribución. Cada propietario tendrá derecho a recibir agua a cambio del pago de una tarifa.

Se espera que la mejor gestión de estos proyectos, dados a concesionarios mediante contratos Ley, llevará a contar con cultivos con precios competitivos en los mercados, tanto nacionales como internacionales. Hoy el crecimiento de la población y los cambios climáticos que viene experimentando el mundo, conducen a que los precios internacionales de los alimentos, especialmente los commodities como el maíz, el trigo, el café, el azúcar, entre otros, experimenten continuas alzas.

Por lo tanto, abordar y solucionar la baja productividad de las zonas agrícolas pobres del país, no sólo significa reducir los índices de pobreza y dar una mejor calidad de vida a un número mayor de peruanos, sino que también implica tener una mejor posición competitiva en el mundo.

El Perú tiene gran cantidad de recursos mineros y pesqueros, habiéndose convertido en una potencia mundial en estos sectores. A este portafolio de productos que ofrecemos al mundo debemos agregar en el mediano plazo un sector agrícola más diversificado, con mejores tecnologías, precios y por supuesto mayor calidad; es decir, productos que estén listos para competir.

Asimismo, tenemos la posibilidad de consolidar la tendencia hacia arriba de este sector. Quedan muchas tareas pendientes, como el acceso al financiamiento por parte de los agricultores con menores recursos, la creación de fondos de garantía, el impulso tecnológico de los sistemas de riego, mejoramientos de las semillas, la incorporación de procesos que privilegien una menor cantidad de productos químicos, entre otros.

Un tema fundamental es asegurar las fuentes hídricas. Sin ellas, la agricultura no podrá mejorar. Por ello, será bueno avanzar en todo lo mencionado, pero esto debe ir acompañado de proyectos de infraestructura que aseguren al abastecimiento de agua y por lo tanto la viabilidad del agro en el tiempo.